
Publicado en Carena Consult el 27/10/04
Por Otto Cebreros
Las circunstancias actuales que vivimos los peruanos, la apreciamos principalmente por una informalidad que abarca cada vez mayores espacios y estamentos de nuestra cotidiana actividad, que se resiste al cambio, a la sujeción de normas establecidas, a la autoridad; Autoridad que se ve menoscabada por la falta de apoyo, de reconocimiento, de recursos y muchas veces de competencia para la resolución de los problemas existentes.
De una economía que realiza esfuerzos por organizarse pero que se desarrolla con sobresaltos, con dificultades para lograr la ansiada inversión de propios y extraños en razón de una no solucionada confianza interna, producto de las experiencias vividas, aun no solucionadas y manejadas adecuadamente, cual problema existencial de adolescente
De una carencia de demanda interna originada por la falta de equidad salarial y social, que segmenta el país; que impide el crecimiento económico y social; Una actitud egoísta en encontrar soluciones colectivas, prefiriendo soluciones individuales, así como la permanente predisposición a evadir responsabilidades, materializando el refrán del “yo no fui” en lúdica actividad del Gran Bonetón.
Como resultado, tenemos una sociedad con demandas insatisfechas, ilusos sueños y de aristocrático orgullo, pero que esconde con ánimo deprimido y trasnochado, la negación a sí mismo; actitud colindante con la irremediable frustración y la desesperanza al no encontrar aún salidas concretas que lo encaminen hacia un futuro claro, definido y optimista por el cual luchar y esforzarse permitiendo generar una cabal autoestima;
A pesar de tener en su entorno, los talentos necesarios, como de una bella, prodiga y exuberante riqueza natural, que aún no puede ver por la evidente miopía egocéntrica y de estrecho sentido común para transformarla, evitando el uso de neuronas creativas, en favor de momentánea, amical lealtad y sumisión a quien ejerce remedos de autoridad.
Sin duda, el panorama descrito exige un cambio, un cambio radical enmarcado dentro de los procedimientos democráticos y civilizados de respeto mutuo, de reconocimiento de que no lo sabemos todo, de que es necesario tener una escala de valores, de que no solo debemos ser honestos, sino que también debemos parecerlo, de que nuestras acciones se deben desenvolver dentro de un marco de idoneidad, de que debemos dejar paso a quien puede solucionar los problemas, de que debemos rendir culto a la excelencia para dejar de lado la mediocridad, de aceptar que quienes podrán sacarnos del hoyo solo serán los mas capaces, de que debemos fijarnos metas para obtener logros y que si no podemos, debemos dejar paso a quienes si pueden hacerlo.
De que debemos esforzarnos por ser mejores; de lo contrario, no iremos a ningún lado, de que la viveza criolla, la elusión, el engaño, la hipocresía, no conduce a nada. De que nuestro futuro será peor, si seguimos así.
Para ello es necesario que aceptemos estas premisas de fiel cumplimiento, el país tiene que reconstruir su escala de valores, establecer sus metas en el corto, mediano y largo plazo, reconocer sus debilidades y sus obstáculos y sacar ventaja de sus fortalezas y sus oportunidades. Dar el lugar que le corresponde a su intelectualidad y aprovechar de ellos en el desarrollo de la nación, dejando de lado intereses mezquinos.
¿Podremos llegar a esta madurez como sociedad, como país, como persona? No cabe duda que de todo depende de nosotros mismos y de la facilidad y prontitud que nos reconozcamos en lo que somos y en lo que queremos ser. De nada más...
Mientras tanto, las demandas sociales abarcan cada vez a mas sectores y las protestas son mas frecuentes, reclamando adecuadas y eficientes soluciones que aún no son escuchadas o entendidas, ni atendidas.
La dificultad para el logro, las promesas de cambios que no cuajan por las prolongadas deliberaciones interesadas, la mayor de las veces, en continuar con un status quo que a todas luces ya no funciona, justificadas en nombre de una democracia que hasta el momento existe solo en el papel o para algunos, ya que las mayorías carecen de las oportunidades que supuestamente la sociedad debe ofrecer en igualdad de condiciones y sobretodo, de responsabilidades.
Los signos exteriores, las conductas exhibidas y las declaraciones ofrecidas continúan mostrando un liderazgo conservador, si es que este todavía existe, donde el permanente discurso aun prevalece sobre los resultados, la majestad ceremonial sobre la trascendencia y los privilegios, sobre los merecimientos; situación contrapuesta a la realidad que vive el país.
La popularidad es necesaria para la elección, mas no para la acción de gobernar, pues es el bien común y el bienestar de la población lo que cuenta por encima de cualquier motivación, mas aún donde existen tantas diferencias. El coraje, la vocación de sacrificio, la ética, la humildad y el liderazgo competente constituyen las armas necesarias que nos llevarán a conseguir la visión de futuro que todos deseamos. Las competencias deportivas se ganan con buenos jugadores, las guerras se vencen con idóneos estrategas y el desarrollo del país se consigue con los talentos. ¿Por qué no están, donde deben estar? ¿En manos de quien está nuestro futuro?
No en vano se ha estudiado al ser humano como artífice de su destino, y aún cuando su creatividad y desempeño es el medio por el cual se consigue la riqueza y el bienestar; es su comportamiento individual y colectivo y no otro, el fin supremo de su desarrollo. El respeto por si mismo y por los demás, el orden y la disciplina, como la clara obediencia al principio de autoridad y la observancia a la ética, lo que nos diferencia del caos y la autodestrucción.
La lealtad amical, el compadrazgo o la filiación a despecho de la competencia, de la experiencia y del conocimiento para el desempeño, prima muchas veces en la designación o el nombramiento para las tareas publicas, situación que ha creado una falta de equidad salarial, una baja satisfacción de las demandas a las necesidades públicas, una cotidiana trasgresión de las normas de control tanto por desconocimiento como por intención, que da como resultado, un estado ineficiente, de alto costo y falto de continuidad en su progreso.
Creemos necesario que si bien es importante trazar el adecuado modelo económico que debe seguir el país, definir claramente lo que queremos ser y adonde queremos llegar en atención a nuestras fortalezas y debilidades, a nuestros obstáculos y nuestras acciones, devienen en prioritarios, en especial teniendo en cuenta un urgente cambio de nuestras conductas para adoptar una cultura de excelencia y valores positivos que nos permita en el menor plazo conseguir el futuro deseado.
Con preocupación, algunos, con frustración, otros, vemos que el país marcha en su desarrollo con lentitud a despecho de la velocidad de los acontecimientos mundiales, sobre todo de los avances tecnológicos. Sin duda, hasta el momento estamos condenados a ser precarios usuarios de las nuevas tecnologías y observadores pasivos del progresivo avance de otros países en tanto continuemos inmersos en una infructuosa búsqueda de promisorio destino deshojando pasmosamente el tiempo, los recursos y las ideas, cual margarita en manos de indecisos o confusos protagonistas de nuestra historia y de nuestro futuro, inconscientes del riesgo y la pérdida de oportunidades que ello significa.